El ácido ascórbico es uno de los principales antioxidantes hidrosolubles no enzimáticos. La vitamina C se requiere para la síntesis del colágeno, un componente estructural importante de los vasos sanguíneos, tendones, ligamentos y huesos.

Desempeña un papel fundamental en la construcción dérmica, ya que estimula la síntesis del colágeno de los fibroblastos cutáneos. Lo hace activando la regulación de los genes de colágeno de dos maneras: por un lado, incrementa la velocidad de transcripción; por otro, estabiliza el RNA, mensajero procolágeno. Por todo ello establece una síntesis de colágeno señalizada genéticamente.

Otro mecanismo que activa la vitamina C en este sentido es la iniciación de la peroxidación lípidica, que conduce al aumento de un subproducto, el malondialdehido, que estimula la expresión del gen de colágeno.

Además, el ácido ascórbico es necesario para formar la lisilhidroxilasa, una enzima imprescindible en el entrecruzamiento de una molécula de colágeno con otra, lo que proporciona fuerza a los tejidos.

El uso tópico del ácido ascórbico se utiliza en el tratamiento y la prevención del fotoenvejecimiento. La exposición a la luz UV reduce hasta en dos tercios los depósitos cutáneos de ácido ascórbico.

La vitamina C también se requiere para la síntesis de carnitina, una pequeña molécula que es esencial en el transporte de la grasa hacia los orgánulos celulares denominados mitocondrias, donde se convierte en energía.